lunes, 7 de marzo de 2011

Miracle.

(Conversación real con uno de mis alumnos de 18 años).

CLASES DE HISTORIA.

- En un momento en el que la ignorancia, la libertad de expresión y el analfabetismo desolaba España, el general Francisco Franco, logró hacerse, tras la guerra civil, con el control del poder y la consiguiente abolición de la República...

-Cuando estaba Franco se vivía mejor...

-¿Qué? ¡¿Por qué dices eso?!

-Porque es lo que hay. Con Franco las cosas iban bien.

-Pero en esos momentos no había libertad de expresión y a la gente se le fusilaba por manifestar sus ideales, sus creencias. En esos momentos España era inculta y la ignorancia abarrotaba las escuelas... En aquellos momentos, la libertad...

-Imanol, la libertad no nos da de comer. 
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Ese día -y me siento estúpido por ello- lloré. Como cuando cae el día y los pensamientos te inundan la mente y después de mucho tiempo, sollocé con todas mis fuerzas. Puede que haya sido esa luna llena la que me dio la fuerza para hacerlo; no lo sé. Pero lloré. 

A veces me siento tonto. Y lo he de reconocer. Cuando intento transmitir conocimientos impregnados de algún que otro valor (sé que está mal, lo sé), cada vez más veo la desidia de la sociedad. La ignorancia, el desorden, el caos, la corrupción de nosotros mismos. 

Cada día intento avanzar, pisar firme el suelo pensando que todo algún día va a cambiar, que la educación que transmitimos a nuestros jóvenes y mayores es la de la importancia de la libertad ante cualquier otra cosa. La importancia de vivir de forma ordenada, logrando ser felices por poder expresarnos de una forma abierta, sin trabas... Sin embargo, la realidad es otra muy diferente. Continuamente me encuentro con jóvenes que me dicen que han perdido la fe en el sistema, que la historia no sirve para nada y que ¿para qué queremos aprender?. Nos hemos olvidado de comprender y de valorar lo verdaderamente importante que es el manifestarnos, el adquirir conocimientos para evitar que nos manipulen y hagan de nosotros títeres sin voz. 
Nos entretienen con pan y circo (tal y como decían los romanos), para hacer que no pensemos ni reflexionemos. Nos utilizan para ser entes que se ciegan con la superficialidad, con el todo o nada, con la avaricia, la ambición y la desconfianza hacia el prójimo. 

Nos hacen ver que lo bueno es no esforzarse para conseguir las metas y no pensar mucho, sino dejarse llevar (por eso de que nuestras neuronas, con tanta telebasura, no están muy preparadas para asimilar la información que se procesa).
La clase política ha visto en su ejercicio un medio de vida. No se sirve al pueblo, se sirve al interés. Y como el interés de mantener el privilegio es lo que prima... ¿para qué educar o invertir en educación?.

El sistema está corrupto y lo más triste es que nosotros estamos cada vez más convencidos de que estamos en una democracia cuando detrás de esa democracia se esconde un cúmulo de intereses que hunden sus raíces en el materialismo frenético, en la libertad vigilada y en la comunicación mal difundida para lograr que nosotros, simples ciudadanos, no ostentemos una soberanía que nos pertenece.
Y así creamos una juventud con valores tendentes a la radicalización política, cultural y social que no hará más que agravar esta situación de crisis no sólo económica sino también ética en la que nos encontramos...
Me asusta. Sinceramente me asusta de una forma desmesurada el modo en el que nosotros, los ciudadanos, estamos olvidando que, el aprender y el formarse como personas, es aquello que nos hace volar libres y ver la luz en medio de tanta oscuridad...

Me asusta y por eso... lloro.




NO MÁS DICTADURAS.


1 comentario:

  1. Son pocas las voces críticas que se atreven a expresar su opinión respecto a las circunstancias que nos rodean. Cada vez son más los borregos que se conforman con repetir como loros amaestrados la verdad adulterada que nos dan los medios de comunicación. Me resisto a ser uno más de la mayoría aborregada...

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