sábado, 19 de marzo de 2011

DISNEY: LAS PRINCESAS QUE SE QUEDARON SOLTERAS

(ACERCA DE UN MÓDULO DE DERECHOS HUMANOS, JUSTICIA YGÉNERO EN EL CUAL PARTICIPÉ).


Cuando era pequeño, como casi todos los niños de mi edad,  viví en Disney. Viví en esa fábrica de hadas sin alas. Viví en ese sitio de valentía principesca y de ilusión cortesana. Visualicé historias de brujas envidiosas,  de princesas que sufrían, de príncipes elegantes y de hadas madrinas que dejaban bellas a las princesas retocándolas con maquillaje y alzando su altura con zapatitos de cristal.         
                                                                                                                       Cada una de esas historias marcó mi infancia y cómo no, mi juventud.  No obstante, cuando leía  y devoraba con avidez cada una de los cuentos que Disney me ofrecía, me fui dando cuenta de que yo no lograría ser un príncipe y que muchas niñas de mi entorno tampoco llegarían a ser princesas. Eso me hacía estar triste y muchas veces, solo. Porque ¿qué sería yo sin una princesa o sin esa valentía que irradiaban los príncipes? 
                                                
Con el paso de los años, estas preguntas me atormentaban de tal modo, que llegué a veces a sentirme inferior a otros niños que sí asumían el papel atribuido por Disney con valentía, con garbo y con buen hacer.                                                                                                         Afortunadamente hoy, pasado ya el tiempo,  supe librarme del condicionamiento que los personajes de Disney dejaron en mi fuero interno. Pronto (o tal vez demasiado tarde) me di cuenta de que Disney no era más que una fábrica de modelos anticuados y de marionetas rotas que, como Pinocho, intentaban humanizarse de una forma superficial y equívoca.     
                   
                                                                                        Lo mismo, sin embargo, no le pasó a mi amiga Faizah que hoy por hoy, siendo africana y lesbiana, no logró ni logra identificarse con todas esas muñecas de porcelana fina que, sumisas, esperan a su hombre ideal y protector que las mantenga en un gran Palacio azul de habitaciones lujosas en las que ellas logren contemplar el tiempo.      











                                                                Y es que mi amiga Faizah y yo nos dimos cuenta de que jamás encontraríamos el personaje que identificara nuestro ser.                                                                                                                    Disney ha actuado como una herramienta poderosa  que ha gestado a lo largo de la historia, un machismo y una homofobia  intrínseca en la mentalidad de niños receptores de información que amoldan sus ideas a esos patrones sin dar cabida a  la formación propia, libre y personal del sujeto. Formación  que queda supeditada a la mentalidad fantasiosa e irreal que proclama la gran fábrica de venta de ilusiones aniquiladas.
  

Con su apariencia inocente,  Disney ha convertido a las mujeres en el reflejo de esas princesas perfectas, correctas y dependientes que en ningún momento gesticulan una mala palabra; que pueden ser conseguidas por el hombre que demuestra su poder y su dominio de cualidades físicas y mentales.  

Las princesas siempre cantan, ríen, son sensibles y nobles. En ningún momento se quejan y mucho menos opinan sobre asuntos trascendentes. Las princesas antes de adquirir el título, fueron sirvientas que se encargaban de las labores domésticas. Cenicienta (que significa persona o cosa injustamente postergada, desconsiderada o despreciada),  fue sirvienta. Blancanieves (pura y casta), limpiaba la casa de esos siete enanitos a los que también alimentaba y  Aura (hermosura del rostro), conocida como la Bella Durmiente, limitó su vida a la esperanza de que algún hombre la rescatara.                                                                                                                                                             Así, a lo largo de los años en los que Disney ha actuado,  ha mostrado a una mujer dependiente, sin personalidad y que se dedica a cuidados externos y superficiales más que al cuidado interno de la cultura y del saber.


De este modo, hoy por hoy y,  a pesar de los grandes avances que hemos conseguido para reconocer y valorar los mismos derechos del género masculino y femenino,  estos mensajes siguen siendo transmitidos día a día; creando imágenes ilusorias a niños que están comenzando a formar su mente y que se creen que ser hombre es ser rudo y tosco y que ser mujer es ser dulce, guapa y perfecta.   
                                                                                                      Hoy, seguimos sentado a nuestros hijos delante del televisor (tal vez porque nosotros mismos fuimos víctimas de esta manipulación mental constante) para que vean la desidia y el mensaje machista, racista y homófobo de la sociedad que funda sus valores en películas de Disney que transforman la visión de las mujeres reales,  en mujeres que no muestran el verdadero significado de la feminidad y de la belleza interna.     
                                                                             Disney se ha convertido en la infravaloración a las mujeres inteligentes, cultas, de diferentes etnias, bellezas que rompen moldes, lesbianas, luchadoras e IGUALES.     
                      
Hoy,  Disney, se ha convertido en la fábrica de ilusiones encarceladas de niños que no pueden intimar en el espacio de las niñas por miedo a ser considerado inferiores y viceversa.
Hoy, Disney, es el reflejo de la mutación de la naturalidad verdaderamente femenina que jamás puede ser encorsetada.                                                                                                                                       Hoy, mi amiga Faizah está soltera y para mí es princesa.               Hoy mi amiga Faizah es africana, bella y princesa.              Hoy mi amiga Faizah es lesbiana y es princesa.                    Hoy mi amiga Faizah es princesa y es independiente.


Para TODAS las MUJERES DE VERDAD. 

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