miércoles, 26 de enero de 2011

GIA. (1960-1986)


"Ser alguien también te convierte en nadie..."

Vagamos por la vida intentando encontrarnos a nosotros mismos. Intentando encontrar el equilibro.
La perfecta complementación entre lo bueno y lo malo, entre lo injusto y lo justo... entre lo feo y lo bello.

Vivimos obsesionados con encontrar la fama, la gloria el placer y nos perdemos en el propio intento del encuentro.

Vivimos queriendo el reconocimiento de quienes somos, de lo que hacemos, de lo que decimos.

Nos perdemos en la soledad de nuestro silencio intentando hallar el motivo y el porqué de nuestra propia existencia...

Nos escapamos para intentar que alguien nos quiera y nos ame. Lloramos por esa ansiedad, por ese rumor... por esa necesidad imperante de curar la herida de nuestra propia ausencia.

¿Quién no se ha sentido alguna vez herido, roto y muerto en el camino intentando que otra persona le rescate? ¿Quién no ha recurrido al recuerdo para intentar ahogar por un momento el presente?
¿Qué persona no ha intentado sentirse arropada, querida, amada?

¿Quién de nosotros no ha fotografiado el momento en el que las palabras se callan para dar paso al instante preciso en el que la imagen habla?
¿Quién de nosotros no ha corrido o querido correr una noche debajo de la lluvia...?

Todos nosotros queremos sentir que somos alguien. Sin embargo... en esa búsqueda, podemos convertirnos en nadie.

Cuando somos algo para las demás personas por mera superficialidad, por mero interés hacia nuestra belleza, hacia nuestro dinero, ¿somos alguien de verdad para las demás personas o un mero objeto con el que saciar la necesidad de gloria y cielo?

Cuando somos alguien para las personas por algo externo a nuestra propia esencia y ser, ese que se lleva en lo más intrínseco de nuestra propia alma, nos damos cuenta de que somos nadie para las personas que nos rodean.

... Y sólo es entonces cuando caemos en el abismo. Porque a pesar de habernos convertido en nadie... todos, absolutamente todos, necesitamos de alguien.

Queremos que otra persona nos valore por lo que somos, que se acerque hacia esa parte que queremos destapar con otro ser que descubra los recodos valiosos de nuestra propia existencia.

Cuando sentimos que las otras personas sólo nos utilizan y nos convertimos en objetos en lugar de personas con capacidad volitiva e intelectiva, capaces de amar y de dar parte de lo que somos, nos refugiamos en el dolor para intentar huir de todo eso que nos hace sentir perdidos...
Aun así, y a pesar de ello, casi todos buscamos el reconocimiento, el sentirnos útiles y admirados por nuestros atributos externos; por algo que con el tiempo se degrada sin atender a razones. Todos caemos en la ignorancia de dar una imagen que hable por nosotros en lugar de hablar nosotros mismos de nuestra propia necesidad... Esa necesidad que hace que nuestra vida se llene de momentos anhelantes de encontrar algo que nos guíe como brújula guía al perdido.

Algunos tenemos la necesidad de amar, otros de sexo, otros de amistad... pero todos tenemos una necesidad que intentamos guardar por el miedo a sentirnos solos; por el miedo a que alguien destape nuestro lado más susceptible. La necesidad es aquello que nos detiene en medio de la gran tormenta. Aquello que nos recuerda muchas veces que lo que hacemos no se corresponde con lo que necesitamos. Aquello que en ocasiones nos hace sentir vulnerables, perdidos, muertos. Aquello que destapa la oportunidad de intentar cambiar y encontrar eso que siempre hemos querido encontrar.
La necesidad se encuentra en todos los rincones de nuestra esencia. La necesidad de ser reconocidos, también. Esa necesidad de reconocimiento, sin embargo, sólo es bonita cuando la sabemos utilizar a nuestro favor y cuando ese reconocimiento se proyecta únicamente sobre las cualidades de nuestro más intrínseco ser...

La necesidad es aquello que hace que guiemos nuestros actos a la consecución de determinados objetivos para saciar nuestra sed.

La necesidad es aquello que hace que muchas veces, queramos sentir que somos alguien en medio de nuestra propia carencia...

¿Y tú de qué tienes necesidad?


Yo, hoy, tengo necesidad de AMAR...

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A la memoria de Gia Marie Caranggi; una mujer que obtuvo el reconocimiento cuando lo único que ansiaba era saciar su carencia de amor.
A la mujer eternamente bella. La que pisó el cielo y el infierno en la tierra.

1 comentario:

  1. hola imanol.. e sentido ese sentimiento antes..
    cuidate mucho...

    soy alexa de mexico... espeor k podamso estar en contacto

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