jueves, 19 de mayo de 2011

Infancia.

Los golpes de mi infancia a la puerta de mi vida hoy repican sin cesar en las entrañas de mi mente  colmada de energía. 
Los sonidos de tus pasos acercándote para rescatarme de mis caídas, de mis tropiezos, de mis enredos y de mi llanto, conformaron la persona que hoy en día soy; hicieron de mí el niño temeroso de encontrar la ausencia en mis juguetes rotos, desvalijados. 
Tus sonrisas cargadas de ilusión y fantasía, la misma que reflejaban tus ojos al oírme cantar, emocionados y afligidos, hicieron que supieras que en un futuro, la decadencia llegaría y ya no recordarías quien entonces éramos. 

¡¡Cuán felices estábamos en aquel tiempo viendo pasar comedias juntos, viendo el sueño pasar mientras yo me acomodaba apoyado en tu cuerpo cálido para que me viniera la pesadumbre de los párpados en las horas de noche de sueño!!. 

Tus manos, de olor a cigarro y a puro (olor que hoy en día detesto), fueron los recuerdos sensitivos que dejaste en mi infancia que, despiadada, se esfumó volviendo en algunos momentos de felicidad desmedida.
La despedida de mi infancia hizo que se precipitara también tu despedida. El entendimiento que da la infancia, a veces, es tan osado como el odio que a veces precipita al amor al abismo. 
El adiós de mi infancia me hizo comprender tus errores, tu daño y el mal que a veces causaste a quien más amo. Y por esa línea fina que separa la alegría del pesar y el recuerdo del olvido, te dejé de entender. Dejé de ver en ti la persona afable y callada que con tan solo un ceño fruncido me decía todo lo que en aquel momento necesitaba escuchar. Dejé de ver en ti al hombre, para ver en ti algo indefinido, sin forma, sin contenido.
La infancia que me dijo adiós, me hizo olvidar esos momentos que pasábamos juntos. Los momentos en los que iba a buscarte al bar de la esquina, donde siempre estabas viendo pasar la vida, hablando y debatiendo tal vez sobre cosas sin importancia que a mí, sin embargo, me parecían trascendentes. La mayor consciencia de mí mismo cambió mi óptica respetuosa sobre ti y en los almuerzos callados que mantuvimos juntos cuando (tú decías) ya yo tenía "una edad", me di cuenta de que te habías ido, de que ya no sentía tu presencia como la sintió aquel niño que pensé se había esfumado.

La pérdida de mi infancia hizo que tuviera que aprender los primeros pasos de mi vida de adulto solo y sin tu ayuda; despojado de materia y despojado de tiempo. Esas cosas insustanciales como "el primer afeitado", las aprendí sin ti; aunque con tu recuerdo de días de domingo o de lunes arreglándote para salir a altas horas de la madrugada a un sitio llamado "trabajo", lugar que hizo bastante por ti y por nuestra familia. 
La pérdida de la infancia me hizo acumular en mí un rencor insostenible, reforzado por todos los errores que cometiste y que hoy ya son irreparables.
La pérdida de mi infancia, a veces, me ha dejado grandes momentos de hastío, de pena y de sufrimiento al no encontrar tu presencia. 

Pero como todo aquello que un día se pierde, se puede volver a encontrar. 
Anoche entrelazada con lecturas de ensueño, de viajes que intentaban canalizar la alegría y de música que hacía vibrar mis entrañas, mi infancia volvió y me trajo de nuevo todos esos recuerdos que un día, me hicieron sentir niño. Aquellos recuerdos que, sin percatarme,  estaban en el cajón de la estantería delante de mi propia voluntad. Mirándome. Todos estos años. Tenían la etiqueta de tu nombre: el nombre que conformaría, en parte, quien hoy soy. 
La infancia volvió para que te perdonara y me perdonaras. Por tus errores y por mis errores. Porque como en toda infancia, cualquier juego puede no conllevar a la victoria. Pero como me decías tú: "lo importante, no es ganar".
La infancia volvió para recordarme que todavía sigues en esos recuerdos y que, a pesar del cambio superfluo que la vida ha causado en ambos, continúas teniendo ese mismo olor a cigarro, a whisky, a tierra, a lodo, a perfume... y a ti.
La infancia volvió para recordarme que por muchos años que hayamos transitado en el camino de la vida (en mi caso pocos), siempre tenemos tiempo para recuperar a ese niño que perdimos en un lugar escondido en la esfera del pasado. 
La infancia volvió para darme cuenta de que tengo que intentar recuperar el tiempo perdido contigo...

La infancia volvió para decirme que te extraño


"LA INFANCIA ES EL SUEÑO DE LA RAZÓN". RAUSSEAU. 


6 comentarios:

  1. La infancia no es fácil, por mucho que digan que es la mejor etapa de nuestras vidas. La infancia es sensible, y no nos permite comprender lo que sucede a nuestro alrededor. Supongo que por esa razón, el perdón siempre llega cuando somos adultos. Y es un alivio poder mirar hacia el pasado sin el peso del rencor sobre nuestros hombros. Pero es complicado.
    Un saludo :)

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  2. Este escrito me llegó al alma.
    Nadie nace sabiendo como ser padre, y eso lo entenderás cuando lo seas.
    Toma de ejemplo sus errores, para no cometerlos a futuro, pero no guardes dolor en tu corazón, xq solo conseguirás envenenar tu alma.
    Me encantó ese te extraño, y recuperar tiempo perdido.
    HAZLOOOOOOOO!!!!!! Recupera esa felicidad deseada, la que quedará el día de mañana entre los mejores recuerdos.
    Besote ;)

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  3. La infancia de alguien pudo haber sido triste, o pudo haber sido feliz. Pero el niño nunca muere del todo en el corazón del adulto. Conviene recordar que el amor de niño se marca a hierro y fuego en el alma, y nunca podrá haber otro más puro y robusto.

    Me has hecho recordar unos versos de Bunbury: "De pequeño me enseñaron a querer ser mayor; de mayor quiero volver a ser pequeño. Así cuando cometa otra vez el mismo error, quizás no me lo tengas tan en cuenta".

    Tu bitácora es una maravilla, y este post que acabo de leer me conmovió profundamente.

    Recibe mi más cordial saludo.

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  4. Esta entrada me conmovió hasta los huesos
    Lágrimas corrieron por mis mejillas, me hiciste recordar a mi padre, al que me costó tanto perdonar, pero...en fin
    Besitos en el alma
    Scarlet2807

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  5. Estremecedor y emocionante escrito.

    la visión admirada de tu padre en la infancia, la visión de cierto desprecio cuando te fuiste haciendo mayor, la recuperación de su presencia cuando ya los ojos del adulto saben entender.

    Me ha gustado esta entrada.

    Un abrazo
    Mercedes

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  6. te confieso que me robaste hoy mas de una lagrimita de emosion amigo y es que este poema,mezclado de mucha reflexion es lo que guarda tu alma de tu infancia,una infancia que no fue facil pero que pudiste superar con los años y me alegro de ello.

    te dejo un fuerte abrazo y te deseo un feliz fin de semana amigo!

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